Esta es mi historia.

Soy Maria Carceller y no puedo parar de hacer cosas. 
 
Siempre me digo a mi misma que todo lo que haces sirve. ¿Me ayuda a no sentir que he escogido mal? Potser sí. Pero estoy convencida de que es verdad. Creo que este enfoque transversal hacia la vida me ha regalado una visión polifacética y versátil que me ayuda siempre en mi trabajo. Cuando acabé el bachillerato tomé la decisión de empezar medicina en el Hospital Clínic de Barcelona. Fueron dos años de muchos amigos, muchos desmayos por aprensión y mucho trabajo. Pero no era para mí. Preocupada por aun no saber a dónde dirigirme, decidí centrarme no en qué quería ser, sino en qué quería estudiar. Y las matemáticas fueron la respuesta obvia. Nadie lo entiende, y yo os entiendo. Pero a mí me gustan mucho. Siempre funcionan, son limpias y ordenadas. Y por si me sobraba algo de tiempo libre, me metí al doble grado con ADE. Pero había un mundo paralelo. Empecé con el teatro musical a los diez años, cuando por una lesión tuve que dejar lo que más me gustaba del mundo: el patinaje sobre hielo. ¡Y encontré algo que aún me gustaba más! A veces las cosas llegan cuando más las necesitas y menos te lo esperas. Me formé durante años en una escuela en Barcelona y luego separé las disciplinas para formarme más profundamente en cada una de ellas. Y ese verano que dije no más a las batas blancas, me fui a la Guildhall School of Music and Drama, en Londres, a hacer un curso de teatro musical. Ahora lo recuerdo feliz, pero en ese momento se me cayó el mundo. Fue totalmente maravilloso y si ya no me decidía antes, ahora estaba en medio del huracán. Y como siempre, no me decidí. Para qué elegir una cosa si puedes elegirlo todo. Me puse a estudiar mucho, compaginando gracias a mis queridos amigos las dos carreras con mucha formación artística. .
 
Empecé a bailar en Som-hi Dansa, a tomar cursos de interpretación en Aules y Estudi Laura Jou, y a cantar con profesoras maravillosas como Nina. Las disciplinas de siempre, pero ahora con un objetivo claro. Tengo un amigo que siempre dice que odio los cambios. Y es cierto, lo cual es irónico teniendo en cuenta la de veces que he cambiado mi vida de un día para otro. Aproveché la oportunidad que me daba el Erasmus de mi carrera, y me fui a vivir un semestre a San Diego, California. 

A parte de bailar mucho urbano y cantar con profesoras increíbles, descubrí la dramaturgia. Y una vez más, se me abrió otro camino que me hizo aún más difícil decidir qué quería ser de mayor. Lo quería ser todo. ¡Y ahora he vuelto! Empecé a escribir y a estudiar cómo escribir en la Sala Beckett. Escribí mi primer microteatro y fundé mi propia productora, Siena Produccions, y ganamos nuestro primer concurso. Se me alteró un poco la química cerebral creo, porque no he dejado de pensar en modo escritora desde entonces. Y como un dominó, cosas fantásticas han ido pasando una tras otra. Fui seleccionada como Cosette en una nueva versión de Los Miserables, dirigida por Clot Fernández en Sant Just Desvern. Un reto que como soprano encaré con mucho respeto, pero también con muchas ganas (y un poquiiiito de manía hacia el compositor que puso sobreagudos en mi canción, muy poca empatía por su parte). También he estado trabajando detrás del telón, lo cual ha sido una experiencia nueva increíble. Actualmente formo parte del equipo de producción de Artemis, un monólogo musical increíble que está programado esta temporada en el Teatre Condal. Y justo antes estuve trabajando como asistente de dirección de Jason Trucco, un referente del teatro experimental en Estados Unidos, conocido por sus producciones en La MaMa Theatre (NYC). Jason vino a Barcelona para dirigir en el Teatre La Gleva “Magic Time at the Cino”, un monólogo sobre la creación del Off-Off Broadway de Nueva York. Además de asistir en dirección y escenografía, realicé la traducción del texto junto al actor de la pieza, Edu Tudela. Y como el espectáculo contaba con un artista invitado en cada función, tuve el placer de poder actuar un día en la misma producción. Y el resto son folios en blanco. Siempre me ha dado un poco de miedo el futuro, pero últimamente me da una mezcla guay entre esperanza e ilusión. 

Cuando terminas la carrera sales del recorrido marcado y te encuentras que ya no hay más caminos; hay un campo y todas las direcciones son posibles. Y, muy a mi gusto, puedes tomarlas todas a la vez. Igual me abro un podcast y todo